INTRODUCCIÓN
La orden de Enseñanza de los Lyricus usa la narración de cuentos para transmitir sus enseñanzas más que libros, discursos o lecturas. Los cuentos son herramientas muy poderosas en los trabajos espirituales puesto que tienen facetas de interpretación y flexibilidad creativa que los hace herramientas maravillosas para interactuar dentro de un grupo. En el caso de los cuentos de los Lyricus, son también holográficos, al ser capaces de ser entendidos simultáneamente en muchos niveles. Esta historia es transcrita por James.
LA VERDAD VIVA
En un lugar remoto de un mundo bastante similar a la Tierra, un estudiante en una universidad vivía, estudiando música. Él era del tipo solitario, bondadoso, y siempre buscaba hacer las cosas correctas. Su nombre era Alija, y su propósito era, como se lo dio su padre, componer canciones inspiradoras. El sueño de Alija era componer una canción que fuera tan bella y tan conmovedora que –tan solo por sus tonos musicales— atraería un Maestro espiritual hacia aquel que la tocara.
Durante muchos años él trabajó en esta canción ya tarde en la noche mientras que otros dormían, pero solo después de haber completado sus otras lecciones y responsabilidades.
Una noche cuando los vientos se aquietaron, él se tropezó con la porción de música que había estado eludiéndolo, y tuvo la certeza en ese momento que su canción estaba completa. Él la tocó tentativamente para sí mismo en una ocasión. Nada ocurrió. Después una segunda y tercera vez, intentando cambios sutiles en la técnica de sus dedos. Todavía nada. En la séptima repetición, finalmente él mismo se perdió en la canción, y cuando lo hizo una silenciosa nube de partículas doradas empezó a arremolinarse en su habitación, de ahí, una figura humana traslúcida emergió lentamente.
Alija estaba sorprendido por la creciente presencia, y dejó de tocar la canción por unos pocos momentos, pero notó que al hacerlo, la forma emergente se desvanecía en la delicada luz de la vela de su habitación. Rápidamente recompuso su postura y reinició su ejecución, y rápidamente, para alegría de Alija, la Maestra que él había deseado conocer mucho, recuperó su presencia material suficiente para que Alija la reconociera y también suficiente para que la Maestra pudiera preguntar: “¿Para qué propósito me has llamado mediante esa música?”
Alija instantáneamente respondió, pero continuó tocando su canción: “Tengo preguntas para ti, muchas preguntas sobre cómo funciona el cielo y cómo puedo lograr un mayor conocimiento del universo y del alma.”
La Maestra sonrió, y en tono solemne respondió, “No hay nada que pueda decirte, a menos que lo que buscas esté unido a cómo encuentras tú la verdad viva en tu interior.”
Alija, al escuchar esto, se sorprendió, puesto que ella era una Maestra de gran sabiduría y conocimiento, con una reputación de entendimiento de toda la anchura y profundidad de la verdadera naturaleza del alma. Pero debido a que tenía mucho respeto por ella él consideró las palabras de la Maestra, y, tocando aun su canción, preguntó, “¿Cómo encuentro esta verdad viva?”
La Maestra levantó uno de sus delgados brazos y habló con sorprendente intensidad. “¡Deja de tocar esa canción!”
Alija estaba temeroso de dejar de tocar porque sabia que el resultado sería que esta Maestra desaparecería y su acceso a todo el conocimiento se desvanecería en el aire. Él siguió tocando, pasando por alto la demanda de la Maestra.
“¿Por qué quieres que deje de tocar algo que he creado para ti?”
“Deja de tocar esa canción,” dijo una vez más la Maestra, pero en esta ocasión desinteresadamente.
Alija, dándose cuenta que no iba a obtener ninguna respuesta adicional, obedeció la solicitud de su Maestra, y, al hacerlo, la imagen de la Maestra suavemente se desvaneció en un remolino de luz dorada. Repentinamente él estaba sólo dentro de su pequeña habitación. El único sonido, su propio respirar; su vela, la única luz.
Alija se sintió rechazado y confundido. Finalmente había logrado lo que él creía era su propósito, solamente para que una venerable Maestra le pidiera que dejara de tocar. Pero Alija había invertido miles de horas en su plan, así que decidió tocar su instrumento una vez más, razonando que todo eso se trataba de una prueba para que la resolviera.
Una vez más a la séptima repetición de la canción de Alija la Maestra apareció, pero en esta ocasión con una apariencia no muy sutil de decepción.
Alija fue rápido al decir algo: “Tú sugeriste… anteriormente, Maestra, que a menos que mi pregunta estuviera relacionada a cómo encontrar mi verdad viva no podías instruirme. Bueno, tal vez así es como yo la encuentro. Trabajé durante muchos años en componer la canción perfecta para atraerte de tal forma que pudiera aprender de ti. Yo no tengo las respuestas en mi interior como tú propones. Yo soy un compositor inadecuado para la consulta filosófica de las altas esferas. Mi mente trabaja de manera diferente…”
Y luego como un epitafio íntimo, Alija agregó, “Yo escucho música, no conocimiento. No palabras de sabiduría. Música… solo música.”
El semblante de la Maestra se suavizó, al poder descubrir que el estudiante era sincero, y que esa sinceridad la obligaba a responder. “Estás reducido en tu entendimiento de tu espíritu eterno. Todo es eso y eso es todo. Esa es una condición que caracteriza a cualquiera que tenga el honor de usar una forma humana en los campos del tiempo-espacio. ¿Por qué tú habrías de ser diferente?”
Alija escuchó, pensando que la prueba estaba yendo bien puesto que él había recibido una respuesta. “Yo no presumo de ser mejor de ninguna manera que otro,” ofreció como respuesta, “solamente que mi sed por conocimiento del alma se siente más fuerte. ¿Es esto incorrecto, Maestra?”
Alija continuó tocando su canción, pensando que al menos estaba impresionando a esta Maestra. Tal vez pronto la puerta al conocimiento estaría bien abierta para él.
“Tú tienes tanto una dimensión biológica como una espiritual,” respondió la Maestra. “No abandones tu biología por el interés de lo espiritual, porque es mediante tu biología que tú haces avanzar lo espiritual –creando la verdad viva en tu forma humana. Y esta verdad viva podría ser música o podría ser un talento para la horticultura o una capacidad para inspirar a la gente o un sueño de entender algunos aspectos de la ciencia que han estado ocultos a los ojos humanos. Cualquier forma que tome en tu interior, no la repudies como algo que evita que abraces los mundos espirituales dentro de ti. Es justo lo contrario; así es como tu abrazas los mundos del Espíritu.”
Alija se sorprendió de las palabras de su Maestra, dejó de tocar justo por un suspiro, pero en ese periodo de tiempo tan corto, empezó a considerar su enfoque. Sus dedos empezaron a moverse instintivamente en el instrumento que él sostenía mientras notaba que la imagen de la Maestra empezaba –muy ligeramente— a desvanecerse. La canción mágica continuó deslizándose a través de la habitación que de lo contrario estaría silenciosa.
Alija, se armó de valor. Había escuchado las historias de cómo estos Maestros probaban la determinación de sus estudiantes, y ahora, más que nunca, su situación requirió que él hablara tan enérgicamente como su educación familiar se lo permitiera.
“No tengo otra opción que proteger mi derecho a saber la verdad… la verdad MAYOR,” comenzó, un vestigio de grieta en su voz traicionó su nerviosismo. “No estoy satisfecho de conocer porciones cuando sé que el todo existe.”
“Toda mi vida,” continuó, “he leído los trabajos espirituales, y los he estudiado obedientemente. Pero cuanto más leo, más me confundo –a tal grado que quise abandonar completamente la verdad. Y tan solo por una razón: La verdad siempre estuvo oculta. Tiene que estar escondida porque no es la misma en un libro que en el otro. Tú, más que nadie, una maestra espiritual que es guardián de la Verdad más elevada, debe entender esto.”
La Maestra agitó su mano y el instrumento en el instante desapareció, y en ese momento una expansión del tiempo fue atraída por la Maestra. Y aunque la música se había detenido, en esta ocasión la presencia de la Maestra justo se volvió más vívida y real. Se acercó a unos centímetros del rostro incierto y tembloroso de Alija, poniendo sus manos a ambos lados de su cabeza como poniéndola en equilibrio.
Alija luchó por evadir su mirada; temeroso de viajar en los profundos corredores de su mirada, pero cuando ella empezó a hablar no pudo resistir sus ojos. Escuchándola más profundamente de lo que jamás la había escuchado.
“No hay nada que guardar, proteger o defender, querido Alija,” susurró ella en tonos mesurados. “Somos criaturas del Espíritu, en servicio al Espíritu y aunque usemos la biología de un olvidadizo animal, somos compañeros íntimos del Creador Único. Nuestra vida es cuidada y apreciada por este Espíritu Universal y somos sabios en confiar en él, porque es exactamente la misma inteligencia que diseñó este milagroso cuerpo que usas y la arquitectura universal que cubre el cielo de la noche.
“Solamente tienes que escuchar a los sentimientos de amor de tu corazón, expresados mediante el cuerpo de luz que está dentro de ti. Ese es el entendimiento clave que tiene profunda relevancia para ti. La verdad viva es darte cuenta de esta noble y poderosa realidad, elevándola desde el reino de lo abstracto hasta la sincera experiencia de la expresión. Esa es tu relación al instante con lo Divino.”
Con eso, la Maestra retrocedió, y el instrumento re-apareció en las manos de Alija. Distraídamente, Alija empezó a tocar la melodía que había compuesto, pero cuando lo hizo, la presencia de la Maestra se alejó.
Conforme la luz de su cuerpo decrecía fusionándose con la luz dorada de la vela de la habitación, su voz habló por última vez.
“Tú conoces precisamente la acción correcta, el gesto apropiado, y la respuesta creativa para cada circunstancia. Esa es tu herencia noble codificada dentro del cuerpo de luz que es tu yo más profundo, más elevado. Si tú habitas este aspecto de tu identidad, si vives en su mundo, incluso si solamente es por unos minutos al día, no solo encontrarás la verdad viva y la vivirás, sino que además la transmitirás en cada latido.”
Alija no durmió esa noche, ni la siguiente noche, al contemplar su experiencia. En la tercera noche, todavía sumergido en su pensamiento, emprendió su viaje con su instrumento a un lago cercano. Cuidadosamente inició su camino a través del sendero abrupto en la luz de la luna nocturna, escuchando tan solo el ulular de una lechuza. Finalmente, llegó a la orilla que yacía como un blanco espejo paciente en el cielo de la noche. La luz de las estrellas reflejadas era un alivio para sus ojos cansados.
Sentado en una gran rama caída, empezó a escuchar un extraño sonido, pero no estaba seguro de su origen. Empezó a ver movimiento en las estrellas y el mundo ante él se pintó de una nueva transparencia. El sonido era inconfundiblemente musical, aunque parecía venir de las estrellas. Toda la naturaleza estaba silenciosa excepto por el sonido misterioso que fluía todo a su alrededor, asemejándose a una sinfonía de instrumentos exóticos ejecutados más magistralmente que lo que cualquier mortal pudiera imaginar.
Hubo un tiempo cuando Alija hubiera protegido su sentido de lo que era real, pero dejó que esa tentación pasara rápidamente. Hubo un tiempo cuando su ego hubiera intervenido y juzgado la experiencia como una falsa ilusión o un espejismo místico; una simple consecuencia de su estado inquieto. Pero había aprendido algo dos noches antes que lo cambiaron, y esta noche, por debajo de las más débiles luces, él había encontrado la verdad viva en el medio que él entendía mejor: la música.
- FIN -